jueves, 22 de septiembre de 2011

La Magia del Nombre


La Magia del Nombre
La entrada de hoy contiene un texto de Ángel Rosenblat que considero maravilloso. El investigador da cuenta de la historia de nombrar o designar a alguien con un nombre propio, describe las creencias al respecto y nos muestra un poco de la magia de las palabras. Transcribo para ustedes parte del capítulo La Magia del Nombre:
Los dioses antiguos tenían un nombre cotidiano y otro auténtico, secreto, sagrado, misterioso. Poseer el nombre era poseer la esencia del dios (su hipóstasis), o al dios mismo. Al pronunciarse ese nombre, entraba en acción el dios, se abría la tierra, se apartaban las aguas, se detenían los astros.
El devoto podía aproximarse a él con epítetos que apuntaran a su esencia: Zeus era el recolector de las nubes (Nefelegerétes) o el que tenía la égida (Aigioxos); Apolo, el brillante (Foîbos) o el luminoso (Aúkelos); Afrodita, la celeste (Ouranía); Poseidón, el que abrazaba la tierra (Paiéoxos); Atenea, la industriosa (Ergáne); Júpiter era Capitalinus, Optimus, Maximus, Fulminator, Victor, Stator, Tonans, etc.
Los epítetos de cada divinidad eran variados, y se sucedían y acumulaban en los cantos. El nombre de la deidad guardiana de Roma se guardaba secreto a fin de mantener a la ciudad a salvo de conjuros extraños o de fuerzas enemigas. El secreto se extendía a los nombres de las personas encargadas del culto: los sacerdotes que intervenían en los misterios de Eleusis tenían unos nombres que no se podían pronunciar, se grababan en tablillas de bronce o de plomo y se arrojaban al mar.
Pueblos diversos de África, Asia y Oceanía ocultaban celosamente, aún hoy, los nombres de sus dioses y de sus ídolos y hechiceros.
El verdadero nombre del Dios hebreo era impronunciable o inefable para los antiguos judíos, y parece que sólo lo conocía el gran sacerdote del templo de Jerusalén. En su lugar se empleaban nombres familiares, como Adonái o Eloím, o bien designaciones eufemísticas: «el Nombre único», «el Nombre glorioso y terrible», «el Nombre grande y terrible», «el Nombre oculto y misterioso», «el Nombre revelado»...
Los antiguos manuscritos bíblicos de Egipto lo representaban abreviadamente con cuatro letras (IHVH), un tetragrama dorado del que luego, por falsa interpretación, surgió el nombre de Iahvé o Jehová.
En muchas sociedades de tipo arcaico le elección del nombre está regulada estrictamente por el clan, y la perpetuidad de las almas está determinada por la perpetuidad de los nombres.
Juan Solito, el cazador de tigres de Canaima, la novela de Rómulo Gallegos, oculta cautelosamente bajo el apodo su nombre propio y verdadero. El nombre forma parte del campo mágico de la persona, y hay que protegerlo contra cualquier asechanza. El sentido mágico del nombre en pueblos diversos, esparcidos por los cinco continentes, habla a favor de la unidad original del lenguaje humano.
Hoy los cristianos suelen dar a sus hijos el nombre de los padres o parientes vivos; los judíos sólo el de los antepasados muertos, lo cual implica en otros pueblos evocar los espíritus malignos.
Preguntar «¿qué es eso?» quiere decir «¿cómo se llama?». En el principio fue la palabra, y en el fin lo será, pues en ella ha de volver todo... El hombre deja a la tierra unos huesos, y al aire un nombre, un nombre en la memoria de la palabra creadora, en la historia, tejido de nombres; un nombre, si logra buena ventura, más duradero que los huesos, más que el bronce... ¡La palabra y el nombre! «Santificado sea el tu nombre», se nos ha enseñado a rezar. Y es que el nombre de Dios es Dios, es divino. «¡Dime tu nombre!» suplicaba anheloso Jacob al ángel con quien luchó, pasado el vado de Jacob hasta el rayar del alba... «¡Dime tu nombre!» Y Jacob le dijo el suyo para que le bendijera.

Con respecto a los nombres, nuestros nombres existe un cuento de Alfredo Armas Alfonso que permite comentar la fuerza de nuestra cultura al dar designar a otro:
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  Engracia Magna Pastora Toribia Rafaela le pusieron a la hora de las aguas y no crecía, mamá lo atribuía a la carga de tanto nombre.

  En la ficción del texto se esconde una creencia interesante el nombre pesa, se lleva el peso del nombre o de los nombres; ya sea por su cantidad o  por su valor familiar (esa capacidad de recordar a un pariente)

  En  algunas regiones de Venezuela y de manera especial en el Zulia los nombres suelen ser muy extraños: se nombra con sustantivos que designan medicinas, profesiones en inglés ,etc. El fenómeno social es propio de esa zona.
  En Venezuela hasta, aproximadamente, la década de los sesenta se atribuía el nombre del santoral del día de nacimiento. Los padres de esa década “Víctimas” de esa práctica comenzaron a tomar otros nombres: artistas famosos o personajes de obras literarias. Posteriormente se incluye en el repertorio personajes de  telenovelas.

    Nuestro nombre nos presenta ante el mundo: Cuál es la historia de tu nombre ?, Qué significa tu nombre?, Te identificas con tu nombre?

Referencias:
Rosenblat, Á (1997) Ensayos Diversos. Tomo VI. Caracas: Monte Ávila Editores. En www.analita.com/biblioteca Consultado 24 de agosto de 2011.
Armas A,A.  43. En: Osarios,desiertos y otros ángeles. Antología de cuentos 1949-1990. Biblioteca Básica de Autores Venezolanos. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.

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