La Magia del Nombre
La entrada de hoy contiene un texto de Ángel Rosenblat que
considero maravilloso. El investigador da cuenta de la historia de nombrar o
designar a alguien con un nombre propio, describe las creencias al respecto y
nos muestra un poco de la magia de las palabras. Transcribo para ustedes parte
del capítulo La Magia del Nombre:
Los dioses antiguos tenían un nombre cotidiano y otro
auténtico, secreto, sagrado, misterioso. Poseer el nombre era poseer la esencia
del dios (su hipóstasis), o al dios mismo. Al pronunciarse ese nombre, entraba
en acción el dios, se abría la tierra, se apartaban las aguas, se detenían los
astros.
El devoto podía aproximarse a él con epítetos que apuntaran a
su esencia: Zeus era el recolector de las nubes (Nefelegerétes) o el que tenía
la égida (Aigioxos); Apolo, el brillante (Foîbos) o el luminoso (Aúkelos);
Afrodita, la celeste (Ouranía); Poseidón, el que abrazaba la tierra (Paiéoxos);
Atenea, la industriosa (Ergáne); Júpiter era Capitalinus, Optimus, Maximus,
Fulminator, Victor, Stator, Tonans, etc.
Los epítetos de cada divinidad eran variados, y se sucedían y
acumulaban en los cantos. El nombre de la deidad guardiana de Roma se guardaba
secreto a fin de mantener a la ciudad a salvo de conjuros extraños o de fuerzas
enemigas. El secreto se extendía a los nombres de las personas encargadas del
culto: los sacerdotes que intervenían en los misterios de Eleusis tenían unos
nombres que no se podían pronunciar, se grababan en tablillas de bronce o de
plomo y se arrojaban al mar.
Pueblos diversos de África, Asia y Oceanía ocultaban
celosamente, aún hoy, los nombres de sus dioses y de sus ídolos y hechiceros.
El verdadero nombre del Dios hebreo era impronunciable o
inefable para los antiguos judíos, y parece que sólo lo conocía el gran
sacerdote del templo de Jerusalén. En su lugar se empleaban nombres familiares,
como Adonái o Eloím, o bien designaciones eufemísticas: «el Nombre único», «el
Nombre glorioso y terrible», «el Nombre grande y terrible», «el Nombre oculto y
misterioso», «el Nombre revelado»...
Los antiguos manuscritos bíblicos de Egipto lo representaban
abreviadamente con cuatro letras (IHVH), un tetragrama dorado del que luego,
por falsa interpretación, surgió el nombre de Iahvé o Jehová.
En muchas sociedades de tipo arcaico le elección del nombre
está regulada estrictamente por el clan, y la perpetuidad de las almas está
determinada por la perpetuidad de los nombres.
Juan Solito, el cazador de tigres de Canaima, la novela de
Rómulo Gallegos, oculta cautelosamente bajo el apodo su nombre propio y
verdadero. El nombre forma parte del campo mágico de la persona, y hay que
protegerlo contra cualquier asechanza. El sentido mágico del nombre en pueblos
diversos, esparcidos por los cinco continentes, habla a favor de la unidad
original del lenguaje humano.
Hoy los cristianos suelen dar a sus hijos el nombre de los
padres o parientes vivos; los judíos sólo el de los antepasados muertos, lo
cual implica en otros pueblos evocar los espíritus malignos.
Preguntar «¿qué es eso?» quiere decir «¿cómo se llama?». En
el principio fue la palabra, y en el fin lo será, pues en ella ha de volver
todo... El hombre deja a la tierra unos huesos, y al aire un nombre, un nombre
en la memoria de la palabra creadora, en la historia, tejido de nombres; un
nombre, si logra buena ventura, más duradero que los huesos, más que el
bronce... ¡La palabra y el nombre! «Santificado sea el tu nombre», se nos ha
enseñado a rezar. Y es que el nombre de Dios es Dios, es divino. «¡Dime tu
nombre!» suplicaba anheloso Jacob al ángel con quien luchó, pasado el vado de
Jacob hasta el rayar del alba... «¡Dime tu nombre!» Y Jacob le dijo el suyo
para que le bendijera.
Con respecto a los nombres, nuestros nombres existe un cuento
de Alfredo Armas Alfonso que permite comentar la fuerza de nuestra cultura al
dar designar a otro:
43
Engracia Magna
Pastora Toribia Rafaela le pusieron a la hora de las aguas y no crecía, mamá lo
atribuía a la carga de tanto nombre.
En la ficción del
texto se esconde una creencia interesante el nombre pesa, se lleva el peso del
nombre o de los nombres; ya sea por su cantidad o por su valor familiar (esa capacidad de recordar
a un pariente)
En algunas regiones de Venezuela y de manera
especial en el Zulia los nombres suelen ser muy extraños: se nombra con
sustantivos que designan medicinas, profesiones en inglés ,etc. El fenómeno
social es propio de esa zona.
En Venezuela hasta,
aproximadamente, la década de los sesenta se atribuía el nombre del santoral
del día de nacimiento. Los padres de esa década “Víctimas” de esa práctica
comenzaron a tomar otros nombres: artistas famosos o personajes de obras
literarias. Posteriormente se incluye en el repertorio personajes de telenovelas.
Nuestro nombre nos
presenta ante el mundo: Cuál es la historia de tu nombre ?, Qué significa tu
nombre?, Te identificas con tu nombre?
Referencias:
Rosenblat, Á (1997) Ensayos Diversos. Tomo VI.
Caracas: Monte Ávila Editores. En www.analita.com/biblioteca Consultado 24 de agosto de 2011.
Armas A,A. 43. En: Osarios,desiertos y otros
ángeles. Antología de cuentos 1949-1990. Biblioteca Básica de Autores
Venezolanos. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.
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