Alfredo Armas Alfonso
#61
“La madre es implacable en
vendarle a uno la lectura de Vargas Vila y a uno no le queda sino desobedecer
cuando no advierte el trajín hacendoso de la ama de casa, esto es cuando la
madre se recuesta o se va al conuco a buscar cuarentadías de las que sembró en
la quebradita a la pata del quisandal.
Uno devora entonces las páginas. «... mas ¡ay! ni bajo la losa del
sepulcro hallaría calma, porque, como al fratricida de la leyenda, si abriera
los ojos en el fondo de la tumba, vería sobre él, fijo, centelleante, severo,
el ojo formidable de la Historia.»
Palelo se ha aprendido de memoria la página 58:
«... y, en el fondo turbado de tus pensamientos, surgieron las escenas
malsanas de las viejas orgías...
y, tus manos vacías, se extendieron hacia mí...
y, me atrajiste...
y, me besaste,
y, me venciste,
perdoné tus agravios;
sobre tus labios,
sobre tus senos,
bebí el veneno
cálido y triste...
que tú me diste...
y, abyecto, y miserable y sin Honor;
el Placer me venció, que no el Amor...
y, en los brazos mefíticos del Vicio, celebramos el nuevo
Esponsalicio...»
Y Palelo se pone a recitar la página 58 hasta que la emoción lo hace
toser.
A los catorce años uno no entiende qué hacen Cicerón, Demóstenes, Isócrates
, Dantón, Robespierre, Desmoulins, Tácito, Arquelino, Pantagruel, Pericles,
Anacreonte, Platón, Dante, Atila el que exhaló el postrer suspiro sobre el
vientre de una cortesana, Tiberio, Virgilio, Ovidio, Santo Domingo de Guzmán,
Bonaparte, Medusa, Cristo, Byron, Luzbel, Caín y Montalvo en un recuerdo de Juan
Ramón Uribe, Joaquín Crespo o José Martí, no será como supone Palelo que son
nombres de perros.
—De verdad —insiste Palelo, llenándonos la cara de saliva—. A Joaquín
Crespo le espantó el caballo, Ana... tal vaina. Si no lo joden como un pendejo.
Hay que devolver las hojas una a una para redescubrir a Anacreonte.
—No es un perro, Palelo.
—Y si no es un perro ¿qué otra vaina puede ser? —se irrita Palelo.
Treinta años tiene Palelo de muerto y esa distancia me niega la
posibilidad de irle a explicar quién es Anacreonte que no fue un perro de
alguna raza del Cauca”.
El relato de Armas Alfonso nos
describe una situación ficcional de interés para todos: la lectura, la
comprensión de lo leído… y la censura a ciertas temáticas de las obras
literarias.
El escritor colombiano José María Vargas Vila fue censurado por las familias
y leído “a escondidas” por muchos jóvenes. Entre 1903 y 1930 se realizaron más
de seis ediciones de catorce de sus novelas. Particularmente de Ibis, Flor de
Fango, Aura o Las Violetas, El Alma de los Lirios se registran más de ocho
ediciones en ese período.
En Venezuela la lectura de sus obras marcó la generación de nuestros
padres : Aura o las Violetas y Flor de Fango fueron lecturas de cabecera
(debajo de la almohada) de mis tías. La historia romántica leída con interés
era conservada en la habitación.
La obra política y erótica era para los jóvenes. Lo interesante es la
cantidad de referencias del texto, así como piezas de un rompecabezas frente a
el mundo de referencias de los lectores.
Entre 1903 y 1930 los lectores buscaban hasta conocer las referencias
del autor. En 1950 los lectores de Vargas Vila debían buscar las referencias y no era fácil admitir ante otros el
origen de la pregunta. Situación que puede repetirse en nuestros días!
Saber, conocer, poseer la referencia nos
ilumina la comprensión del texto.
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