jueves, 3 de diciembre de 2015

La Encarnación de Diciembre de Eunice Odio








La Encarnación de Diciembre

Diciembre, zona viva
de una altura de blancos miradores;
carne de la sonrisa por la tarde,
espuma de Jesús, resaca de María;
extensión de la luz, cuando camina,
cuya delgada ciela, derivada del cielo,
lleva un Trono por trino de la mano,
y un ímpetu de abeja por marido;
árbola de diciembre,
pasajera trinada, Trina y Una,
en libertad te buscan por el cielo
para hallar tu advenimiento,
por estrechos recintos de la vara de nardo,
casi por conocidas levaduras;
por los dorados muros del varón San José,
casi por las fronteras de María.

Salieron a buscarlo por las distintas regiones
del juego, los musgos y el torrente.
Encontraron primero los necesarios peces,
el sonido atmosférico del árbol,
el orden jubiloso
para todo pesebre y todo prado.
Después pidieron la estrella recién echada a vuelo,
los parques con sonido de crecer entre ramas;
todas las cosas para el alba primera.
Y fue tan matinal diciembre,
tan palabra venida de la arena,
y tenía tal temperatura Trina y Una,
que cuando al fin lo hallaron,
cuando lo vieron teniéndolo alumbrado,
más del doble del aire parecía.

Otoño de 1953, San Salvador.

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